Al leer noticias y opiniones como éstas nos preguntamos sin querer, ¿Sr. Rubido está usted ahí? ¿Qué opina UPyD de este tema?
Nos lo preguntamos porque en Amigos de UPyD Ourense creemos que acciones de este tipo deben ser censuradas públicamente y de forma clara, y nadie mejor que UPyD para hacer tal denuncia.
Nosotros, modestamente, censuramos esta aberrante y descabellada noticia, pero de forma totalmente oficiosa claro, porque no podemos hacerlo de otro modo.
Si tuviéramos voz en el órgano autonómico de UPyD, la Coordinadora Territorial, hubiéramos podido hacer esta denuncia en el seno del partido antes pero...
Hacemos lo que podemos, la enviamos desde aquí y también al correo electrónico del coordinador, como debe ser.
Publicado por http://www.outono.net/elentir
“Queremos aprovechar la fecha del 25 de noviembre, día de la no violencia contra las mujeres, para hacer pública nuestra denuncia de ser esta otra forma de violencia que debe ser erradicada para recuperar nuestra dignidad y manifestar públicamente nuestro compromiso de construirnos, individual y colectivamente, en la lengua propia de este país.” Esto lo dice un díptico del Servicio de Normalización Lingüística de la Universidad de Coruña, hecho en colaboración con el Ayuntamiento coruñés y la Diputación.
Ese díptico, que está financiado con dinero público, además considera “preocupante el escaso empleo que las mujeres hicieron (y hacen) de la lengua gallega sin ocuparse de hacer visible que respondía, más de una vez, a una subordinación exigida por el mismo sistema que promueve la división del trabajo entre los sexos y que saca beneficios del oculto trabajo femenino.”
Es decir, que si eres una mujer gallega y hablas castellano porque te da la real gana, en realidad estás participando de una forma de violencia y de opresión contra las mujeres. Y si quieres dejar de ser cómplice de esa situación, entonces debes hablar en la “lengua propia”, es decir, el gallego. De esto a llamar “maltratadores” a los gallegos castellanohablantes ya sólo queda un paso.
¿Qué hacen estas instituciones públicas? Pues, por una parte, cogen el discurso del feminismo izquierdista, recogiendo de él la tesis de la lucha de sexos como heredera de la lucha de clases, y lo mezclan con uno de los conceptos que sirvieron de base al nacionalismo decimonónico, primero, y al nacional-socialismo, después: el “volksgeist” de Herder, una forma de colectivismo nacionalista que proclama un supuesto espíritu del pueblo como esencia de la nación, por encima de los derechos del individuo.
Me pregunto con qué derecho una institución pública proclama tesis ideológicas tan discutibles y discriminatorias como si fuesen la doctrina oficial del Estado y nos la pudiesen imponer a todos sin que nadie pueda rechistar. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Ese díptico, que está financiado con dinero público, además considera “preocupante el escaso empleo que las mujeres hicieron (y hacen) de la lengua gallega sin ocuparse de hacer visible que respondía, más de una vez, a una subordinación exigida por el mismo sistema que promueve la división del trabajo entre los sexos y que saca beneficios del oculto trabajo femenino.”
Es decir, que si eres una mujer gallega y hablas castellano porque te da la real gana, en realidad estás participando de una forma de violencia y de opresión contra las mujeres. Y si quieres dejar de ser cómplice de esa situación, entonces debes hablar en la “lengua propia”, es decir, el gallego. De esto a llamar “maltratadores” a los gallegos castellanohablantes ya sólo queda un paso.
¿Qué hacen estas instituciones públicas? Pues, por una parte, cogen el discurso del feminismo izquierdista, recogiendo de él la tesis de la lucha de sexos como heredera de la lucha de clases, y lo mezclan con uno de los conceptos que sirvieron de base al nacionalismo decimonónico, primero, y al nacional-socialismo, después: el “volksgeist” de Herder, una forma de colectivismo nacionalista que proclama un supuesto espíritu del pueblo como esencia de la nación, por encima de los derechos del individuo.
Me pregunto con qué derecho una institución pública proclama tesis ideológicas tan discutibles y discriminatorias como si fuesen la doctrina oficial del Estado y nos la pudiesen imponer a todos sin que nadie pueda rechistar. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
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