Escribe Roberto Blanco Valdés para La Voz de Galicia 1 de Agosto de 2008

Un fantasma recorre España. ¿El del comunismo al que se refirió Carlos Marx? No: el de la insolidaridad. Mejor aún: el de que la crítica a la solidaridad entre los que tienen más y tienen menos (que para ser personal ha de ser, por fuerza, también territorial) no es la infame bandera que desde la izquierda siempre censuramos, sino una reivindicación que los progresistas pueden asumir sin que se les caiga la cara de vergüenza, con tal de dar a su discurso un tono de defensa nacional. Es decir, nacionalista.
Por eso, lo que extraña de ese montaje fotográfico a través del que Lluís Suñé, cabeza de la lista municipal de Iniciativa per Catalunya en Tarragona, critica la financiación que recibe Cataluña no es tanto su mensaje cavernícola, sino que proceda de un político que se considera, con seguridad, un adalid de la izquierda radical, verde, feminista, ecologista, pacifista y, ¡cómo no!, antiimperialista.
Es probable que Lluís Suñé presuma de ser todas esas cosas, pero en realidad no es más que un nacionalista reaccionario, un retrógrado «Patriota dels Països Catalans», nombre altisonante del blog en que incluía su fotomontaje vergonzoso. En un tono claro de protesta, realiza Suñé un pretendidamente satírico llamamiento a la solidaridad con Extremadura -« SOS. Extremadura needs you » (Extremadura te necesita)- y utilizando la foto de dos niños de aspecto desaliñado sentados en lo que parece ser un basurero solicita, en consecuencia, que, como antes los misioneros, y ahora algunas ONG, practiquemos la política del apadrinamiento: « Un 8,7% del PIB català no és suficient. Apadrina un nen extremeny per 1.000 euros al mes ».
Hablando de basura, a esto hemos llegado: a que un político de izquierdas se comporte como podría hacerlo en Francia un lepenista o en Italia un dirigente de esa xenófoba Lega Norte que ganó apoyos en algunas zonas del país con el lema «El norte trabaja, Roma recauda, el sur malgasta».
Lo de menos es ya que el tal Suñé se haya disculpado y haya aclarado que no quería ofender a nadie con la inmundicia intelectual que transmitía el mensaje de su blog. O que, pese a ser independiente, haya abochornado a una coalición (Izquierda Unida) que ha convertido ya en irreconocible la herencia del PCE que la impulsó. Lo realmente preocupante es el ambiente político que lleva a un representante democrático a convencerse de que es normal (¡y hasta valiente!) criticar la solidaridad que sirve, en efecto, para que los niños pobres extremeños se beneficien de los impuestos que pagamos todos los españoles, como sirve para pagar pensiones en Murcia, hacer carreteras en Galicia, subvenir a los parados de Aragón o, por supuesto, hacer todo eso también en Cataluña.

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