¡¡¡"Esto es la guerra..."!!!

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados. GROUCHO MARX

miércoles, 3 de marzo de 2010

Encima PITORREO a discreción..., hoy los Sres. Montilla.

Sabiamos hasta la saciedad, que la tomadura de pelo de algunos politicos en el asunto educación, y tambien además con el de la lengua, en feudos de tilde nacionalista, era de ordago, predicando una cosa para las masas y actuando con su familia posturas bien distintas (recurriendo a colegios elitistas para su descendencia), pero lo de Montilla, que aclara con desfachatez supina e impresionante su señora, ya se pasa de castaño oscuro.
Y mientras algunos padres como el caso, uno de ellos, de la niña de Valencia, Juan Vicente Santacreu, estrellandose de bruces con la politica aberrante de la inmersion radical. ¡De coña!


Hoy en La Voz de Galicia, Roberto Blanco Valdes:

Montilla: farsa y licencia del presidente castizo
En 1920 publicaba Valle-Inclán en la revista La Pluma una maravillosa pieza teatral (Farsa y licencia de la reina castiza) en la que, anticipando su creación del esperpento, retrataba don Ramón aquella desvencijada España isabelina plagada de bribones dispuestos a lo que fuera con tal de alcanzar un objetivo perentorio: comer todos los días.
En esta España de hoy, por fortuna muy distinta a aquella en desarrollo, riqueza y libertades, pervive, sin embargo, esa raza de tunantes que dicen una cosa y hacen otra, se visten de lo que no son en realidad y obligan a los demás a pagar peajes de los que ellos se libran por la cara (una inconmensurable cara dura). Y todo no ya con el propósito bien humano de comer, sino con el de hacerlo, a cuenta de los demás, a dos carrillos.
Diferentes medios de comunicación se han hecho eco en estos días de las increíbles (aunque ciertas) opiniones de Anna Hernández, esposa del presidente de la Generalitat, quien, en una biografía autorizada del político socialista (Descobrint Montilla, Edicions de la Magrana, 2010), aclara sin rubor la razón por la que sus hijas trillizas asisten al Colegio Alemán de Barcelona: «Los niños saldrán del Colegio Alemán dominando perfectamente el alemán y el inglés. Es una maravilla. Solo por saber alemán ya encontrarán trabajo. Es como tener una carrera». Por si el asunto no hubiera quedado suficientemente claro, Anna Hernández lo remata de este modo: «Mis hijos saben catalán perfectamente, a pesar de que escribiendo hacen muchas faltas. Dan poco catalán, esta es la verdad, una hora a la semana es poquísimo. Pero, bueno, ya lo supliré yo. Prefiero que sepan alemán».
Si Anna Hernández no fuera quien es -la mujer de un presidente, jienense de nacimiento, que ha impuesto una normativa por virtud de la cual los niños de Cataluña deben estudiar solo en catalán, sin más excepciones que los idiomas extranjeros y las ¡dos horas! de castellano a la semana-, nada habría que decir, salvo que se atreve a expresar en público lo que muchos catalanes piensan en privado.
Pero, siendo Anna Hernández la esposa de Montilla, la conclusión resulta de cajón: el presidente de la Generalitat ha establecido en Cataluña un régimen lingüístico en la enseñanza que no quiere para sus hijas, sino solo para los catalanes que no puedan pagarse un colegio extranjero rascándose el bolsillo.
Se puede estar o no de acuerdo con la inmersión lingüística. Pero que la haya llevado a sus últimas consecuencias un político que la rechaza para sí y que se considera con licencia para excusarse de lo que impone a los demás, resulta una farsa tan desatinada y tan sangrante que solo un electorado sin el más mínimo amor propio podría ser capaz de soportarla.

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