¡¡¡"Esto es la guerra..."!!!

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados. GROUCHO MARX

miércoles, 8 de julio de 2009

El gozo en un pozo...

Agregamos algunos artículos de prensa que ya imaginamos son de sobra conocidos, pues están muy difundidos en la mayoría de webs y blogs que andan con los derroteros de este partido, pero nos sumamos a la decepción generalizada.
Ya lo hemos referido en muchas ocasiones, pero después del descalabro de Ciudadanos (C´s), que ahora UPyD parece querer (realmente ya esta mucho tiempo en ello) imitar, acelerando su llegada al borde del abismo suicida, solo podemos entrar en depresión profunda, pues nos rompieron casi sin solución la única esperanza esbozada en los Manifiestos de Ciudadanos y/o UPyD. Estas propuestas nos llevaron al huerto encandiladamente para comprometernos en algo totalmente distinto abierto y transparente y hacia una imprescindible e inaplazable apuesta para poner freno a la derrota de nave española, que hace agua por sus 17 costados...
Todos los capitanes y timoneles de ambos partidos, que siempre debieron ser uno solo, se han empeñado al reproducir con creces e incrementar incluso, la rigidez, intransigencia y sobre todo autarquía, de los otras antiguas formaciones a las que se venía a poner en cuestión.
El "conmigo o contra mi", "el que se mueva no sale en la foto",... tan tradicionales al uso en las formaciones añejas, han sido las consignas preferidas y hoja de ruta de estos dirigentes tan nefastos.

GABRIEL ALBIAC
Lunes, 06-07-09

NO le digo ahora adiós. Lo dije entonces, cuando, hace menos de dos años, Mikel Buesa inició la derrota que cierra dignamente ahora. Fue el síntoma de que todo iba a venirse abajo. Los partidos recuperaban el control total de lo político, que parecían haber perdido, y que quizá ciertamente perdieron, entre la primavera de 2004 y el invierno de 2007; cuando, por primera vez desde que España es democracia, la gente tomó en las calles el relevo de una casta por la cual se juzgaban estafados. En 2007, Buesa anunciaba su ingreso en el partido nuevo de una vieja aparatchiki del PSOE a punto de perder el sueldo del cual vivió en los últimos treinta años. Vi en aquello un error, entonces. Ahora, cuando Buesa decide volverse a casa, es ya tarde. No hay remedio. Los partidos recuperaron el control. De todo. Y el ciudadano entró en el tibio redil tras sus pastores. Lo peor sucede siempre: es una ley de la materia.

Por eso fascinaba tanto el movimiento ciudadano hace cuatro años. Por eso era preciso aniquilarlo. Los partidos políticos son una maldición inseparable de la democracia: quizá su precio más oneroso y su perversión moral más repulsiva. Pero algo hay que pagar por este, que es, pese a todo, el menos doloroso de los sistemas políticos hasta hoy conocidos: el único en el cual, por lo menos, el pago de brutales impuestos compra el primordial derecho a atrincherarse en lo privado y mandar, desde allí, al Estado a hacer puñetas. Los que hemos visto otros tiempos y otros sitios, sabemos hasta qué punto esta minucia es el mayor lujo. No dan para mucho más las sociedades humanas. Y allá donde un mundo es bastante inteligente -y suficientemente rico- para pagarse una vida mínimamente agradable, no persigue ya siquiera librarse de la parásita casta de sus políticos. Acota sólo lo que es conveniente pagarles para que no molesten. Y fija, en paralelo, las redes de comunidad que permitan al ciudadano relacionarse con sus iguales y despreciar con sosiego a aquella mala gente necesaria, a la cual mantenemos para que carguen con el trabajo moralmente más sucio. La libertad real de un país se mide por el índice de autonomía de la sociedad respecto de lo político; y por la intensidad de su hastío hacia partidos y Estado.

Aquí nunca existió eso. Ni antes, ni durante, ni después de la dictadura. El Estado, en la España del siglo veinte, absorbe todo. Y los partidos tienen, como objetivo primero, quebrar alma y libertad de quienes pagan sus cuentas. Es el mundo al revés. Pero viene de tan largo, que ni siquiera ya percibimos la amputación anímica que toma aquí nombre de democracia. Y es cierto que es menos malo eso que una dictadura. Pero, ¿puede llamarse democracia? Sólo muy analógicamente. Por eso, cuando el Foro Ermua sacó a la gente a la calle con objetivos y lemas que eran abiertamente odiosos a los partidos, cosechó un éxito tan inesperado. Fue una fiesta. Al fin la ciudadanía, pensamos algunos. Lo pensaron también los dirigentes políticos. Y entendieron que había que aniquilarlo. La más inteligente fue, desde luego, Rosa Díez: hacer de aquel grito de rechazo contra los partidos matriz para otro partido más, revela un cinismo político sin duda brillante. Buesa fue rehén de aquel proyecto. Se equivocó. ¡Tantas veces nos equivocamos todos! Le honra haberlo constatado ahora. Y haber tenido el vigor de abandonar. Y a mí me pasa como al protagonista de cierta novela negra, que no acierta a formular su despedida, porque eso sucedió hace mucho: «No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final».
Este articulo se recoge en el ABC.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

estuvo con ellos, los conoció, los apreció, mas no dudó en firmar expedientes, nunca preguntó otra versión.Cuando a el le tocó, era demasiado tarde.