LUIS VENTOSO,LA VOZ DE GALICIA 19 Agosto 2009
Las caixas gallegas tienen un índice de morosidad más sano que la media española. No es el único indicativo de su buen tono. De las 45 cajas que hay en España, Caixa Galicia es la sexta en el ránking de activos, con 45.412 millones de euros; y Caixanova, la duodécima, con 25.333 millones. Los técnicos consideran que una caja anda apurada cuando su índice de solvencia es del 4%. Nada de eso ocurre aquí, pues el de Caixa Galicia es del 7,9% y el de Caixanova del 7,01%.
Con todo, la revolución en marcha en el puzzle financiero podría obligar a juegos de alianzas o fusiones. Pero de ello no se puede inferir que las caixas gallegas necesiten una intervención urgente diseñada en la moqueta partidista. Una vez que parece pinchado el globo sonda que lanzó Caja Madrid sobre Galicia, no parece tener mucho sentido que Feijoo, a la vuelta de su veraneo, pretenda bajar de su retiro con las nuevas tablas de la ley para las caixas. Las soluciones, si se necesitan, tendrán que ser técnicas, no pueden quedar al albur de los intereses políticos, a veces sorprendentemente volubles. Recordemos, por ejemplo, que el pasado 15 de julio Rajoy vertía a las claras sus recetas sobre la fusión de las cajas y, en cambio, el 11 de agosto ya opinaba que los políticos no deben intervenir ahí: «Las cajas deben velar por sus intereses y por los de sus propios depositarios. Es un tema en el que cuanto menos intervenga la política mejor», zanjó hace unos días en Pontevedra. Su frase contrasta con el anuncio de su correligionario, el presidente de la Xunta, de que en octubre decidirá el futuro de las entidades gallegas. Esa incursión de la cuchara partidista en la marmita financiera puede desconcertar e irritar a los dos millones de depositarios de Caixa Galicia y los 1,2 millones de Caixanova, que son a la postre los auténticos y únicos dueños de esas entidades. Las fusiones y alianzas, si tocan, tienen que atender a criterios económicos puros, han de tener en cuenta la realidad actual de las dos entidades y no pueden concluir en un ninguneo -otro más- de las ciudades de A Coruña y Vigo.
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