Hablemos claro: ¿quién defiende aquí el monolingüismo?
Todo nuestro agrio debate lingüístico descansa sobre una falsedad monumental que los nacionalistas y sus varios asociados han conseguido colar como una evidencia indiscutible: que en Galicia se enfrentan dos grupos sociales y políticos -los defensores del castellano y los defensores del gallego- con similares pretensiones.
Según ese esquema maniqueo, las posiciones de los partidarios de la llamada normalización lingüística correrían paralelas a las de sus detractores. Ambos perseguirían en realidad fines idénticos, aunque de sentido opuesto: en el primer caso, la desaparición del castellano de Galicia (lo que es cierto); en el segundo, el extermino del gallego (lo que resulta manifiestamente contrario a la verdad).
Los impulsores de la normalización parten, como sabe todo el mundo y ellos no intentan disimular, de que en Galicia existe un idioma del país (el gallego) y otro extraño o extranjero (el castellano) que ha sido impuesto en detrimento del primero. Normalizar es, pues, revertir tal realidad, en todos los ámbitos posibles, de modo que el castellano vaya esfumándose de Galicia de un modo progresivo (y, a poder ser, acelerado) en beneficio del gallego.
Esa es la razón por la cual, una vez expulsado el castellano de nuestras esferas oficiales (de las instituciones autonómicas, universidades, ayuntamientos, diputaciones y RTVG), el objetivo es excluirlo también de la sociedad: las campañas públicas en favor de «vivir en galego», los intentos de asentar la inmersión en la enseñanza, la política en materia de topónimos o los llamamientos a galleguizar nombres y apellidos encuentran en ese contexto su verdadera coherencia.
Todo el mundo conoce la respuesta a esas preguntas, aunque algunos las manipulen para justificar su sectarismo lingüístico con un supuesto sectarismo de signo contrario que, en realidad, está muy lejos de existir. Y es que frente a los que llevan décadas defendiendo una Galicia monolingüe, que viva en gallego únicamente, somos mayoría los que creemos que la que existe en realidad -la Galicia bilingüe, en la que conviven armónicamente gallego y castellano- está orgullosa y feliz de hablar sus lenguas, pues las dos las considera como propias.
A la postre, la diferencia entre unos y otros puede resumirse fácilmente: los partidarios de la llamada normalización creen que el bilingüismo gallego es una patología; sus detractores estamos convencidos, por el contrario, de que es una riqueza.
2 comentarios:
Cada vez aguanto menos a este pedante.
Como pueden colocarse comentarios en la misma pagina de una majestad de la información como es Carlos Herrara y el galimatias de un pedante como Sr.Blanco.
Al igual en seguir teniendo público la imagen para darle relevancia y difusión de una serpiente cobra como la Sr.Rosa Diez
No lo entiendo...
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