
PSdeG : encuentro en la primera fase
Como los partidos de fútbol, los procesos de renovación de las organizaciones políticas se juegan casi siempre en dos tiempos diferentes. En el primero, los que controlan el partido consiguen que su negocio interno siga igual, aunque venden la burra de que todo va a cambiar. Solo tras esa primera fase, que suele saldarse antes o después con una derrota electoral, los partidos se enfrentan a la necesidad de renovarse de verdad.
Almunia jugó el primer tiempo del supuesto cambio socialista y fue finalmente su fracaso el que abrió la puerta a Zapatero. Fraga, más tozudo, perdió una y otra vez, hasta que no le quedó más remedio que dar a Aznar la alternativa. Son solo dos ejemplos, pero su importancia ilustra a la perfección la dificultad que encuentran los partidos para dar viejo por nuevo al cuerpo electoral.
Desnortados por una derrota inesperada, e inmerecida según ellos, los socialistas de Galicia se apresuraron el viernes a cerrar en falso el terremoto provocado por su fiasco en las pasadas autonómicas. Sin apenas debate precongresual y sin más lucha interna que la provocada por un sector minoritario de descontentos de diversa procedencia, Pachi Vázquez fue elevado, con más pena que gloria, a la secretaría general de un partido que demuestra, al verse forzado a recurrir a él, su ausencia absoluta de banquillo.
Ese drama, que no es, desde luego, peculiar del socialismo, pone de relieve, en todo caso, el creciente aislamiento social en el que viven los partidos, que atraen como un imán a los que carecen de nada mejor que hacer en este mundo y repelen como el fuego a todos aquellos que podrían aportar a la vida pública algo más que su ambición. De hecho, resulta desolador comparar la actual dirigencia del PSOE con su dirigencia de hace diez o quince años.
Como es desolador constatar que en el cónclave que ha elegido a Pachi Vázquez como nuevo dirigente socialista las ocho grandes ciudades de Galicia estaban representadas por 95 delegados, apenas el 19% del total, un porcentaje ridículo en comparación con el peso demográfico de esas ciudades -las mismas en las que el PSdeG fue barrido el 1 de marzo- en el conjunto del país.
Al igual que se dice que la guerra es algo demasiado importante para dejarla en manos de los militares, cabría sostener que la política democrática -que no puede existir sin los partidos- es algo demasiado importante para entregarla, aunque solo sea en depósito, a estas organizaciones partidistas a las que parece hemos sido condenados. La elección de Pachi Vázquez, que pone los pelos de punta a todos los que pensamos que el PSOE es un instrumento fundamental de nuestro régimen político, viene a demostrarlo así, trágicamente, una vez más.
Para ir al texto original de La Voz de Galicia, clicar en el titulo.
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