Rosa Díez en La Región de Ourense

Escribe Moncho Conde-Corbal

El ingenioso Carrabouxo la llama Cero, pero eso, seguro, porque no la ha conocido personalmente, porque, sin necesidad de ser seguidor de ella pero, en comparación con otros, lo confieso, me parece Doña Clara entre oscuros políticos del momento; y eso, para mí, es suficiente mérito como para ganarse, si no un Díez, algún punto, por lo menos.

Estuvo el pasado viernes, y como ejercicio profesional que me he impuesto en esta campaña, de ver a todos los líderes que nos visiten en su gran mitin, acudí al Simeón, alterando a disgusto la costumbre semanal en ese día para sesión de Cinebox. Y digo Simeón, no Pabellón de Os Remedios ni Paco Paz, porque este salón no sólo fue suficiente sino de sobra, ya que ni se llenó; hubo más gente el año pasado con ocasión de su intervención en el foro La Región. Pero es que, claro, allí había dos facciones de un mismo partido que bien necesitaría de una sola, y multiplicada por cien, para pelear por escaños que la representaran. En las primeras filas, los Amigos Unidos por el Progreso y la Democracia recibían sentados a la líder; más sentados todavía recibieron al candidato Aser García y al introductor del acto Nemesio Pereira. De Cándido, Cejudo, Quintáns o Valiño, desde mi perspectiva -en el fondo-, sólo advertí a la última mencionada cruzar palabras y besos con Rosa.

Ciertamente, como oradora de voz clara y contundente, que maneja la cadencia entre las palabras sin las pausas que otros hacen para buscar ideas, o frases aprendidas para ser repetidas mecánicamente, Rosa Díez resulta entretenida, incluso dejando al margen los contenidos. Pero se atisba un problema, que le salgan dentro de sus filas malos imitadores, como me pareció el candidato coruñés (en su descargo, decir que es joven y novel), que dis curseó más como verdadero histriónico que como mitinero, ¿o será lo mismo? Al final, lo más alegre que dejó su presencia en Ourense fueron los entregados; y qué mejor que una Margarita (hierba perenne de los Mirtos en la Iglesia de Fátima, o Cobián) para solitaria Rosa. Lo más triste, sin duda, observar cómo camina con dos sombras en lugar de una, la suya. Sombras que son escolta. Escolta para una persona amenazada en democracia por terrorismo político. ETA. Otro mérito como para merecer al menos el cinco que sugería al principio, amigo Xosé Lois.