¡¡ YO NO VOTO !!

La Voz de Galicia 21.2.09.
Ramón Pernas


No voto porque soy un gallego ejerciente y militante, residente ausente. Resido en una patria virtual dentro de la patria común, no vivo en Argentina ni en Suiza, poseo parte de mi patrimonio inmobiliario en Galicia donde está intacto mi patrimonio afectivo, pago parte de mis tributos en el pueblo donde nací, donde está mi origen y donde quiero encontrar mi destino definitivo, pero, legalmente, no puedo votar.
Pertenezco a esos cientos de miles de gallegos de la diáspora más cercana, los que vivimos en Bilbao, en Barcelona, en Madrid, desterrados por razones económicas o profesionales. Somos la emigración interior con el corazón colectivo latiendo con sístoles y diástoles gallegas.
Y como no puedo votar ruego a quien corresponda, por ejemplo a un amigo, que el día 1 de marzo no pensaba acudir a las urnas, que vote por mí, que ejerza el derecho ciudadano de un sufragio arrebatado, un voto, a quien él quiera, que apuntale los siempre frágiles pilares de la democracia. Un voto que exija rigor a los gobernantes, que colabore en la construcción de una Galicia moderna, sin clientelismos ni folclore de guardarropía. Que diseñe un país en el que quepamos todos, una Administración austera, con dieta de adelgazamiento incluida, rigurosa y eficiente, tutelada por una sociedad civil articulada en torno a la exigencia y la excelencia.
Y así, reivindicando la utopía desde el corazón de la crisis, conseguiremos que Galicia tenga una sola denominación de origen.
Solicito a quien me lea y dude entre votar y abstenerse que lo haga en mi nombre, se lo voy a agradecer toda la legislatura, y en su honor escribiré una frase azul y blanca enmarcada en uno de estos días luminosos en los que las mimosas se adornan con millares de estrellas amarillas subrayando el paisaje.
Votar es un deber porque antes fue un derecho, votar debe convertirse en una fiesta cuando elegimos el futuro, votar es una añoranza cuando no puedes ejercer el sufragio que reivindicas.
Supongo que para los gallegos que viven en Buenos Aires o en Ginebra votar es recuperar la memoria de un tiempo y de un país, supongo que las elecciones se ven de otro modo que esa suerte de hoguera de las vanidades en que las estamos convirtiendo, entre la tómbola y la almoneda.
Tenemos que poner fin a la Galicia de las subastas y del baile de salón aunque suene la música en la carballeira, a la Galicia del subsidio y a la del autobús y el bocadillo. Por eso tenemos que votar todos, los que pueden hacerlo y los que no votamos, porque entre todos tenemos el mismo sueño, el anhelo común de una tierra en donde desde la prosperidad florezcan el bienestar y las libertades. Ese y no otro es el sentido de mi voto. Estoy seguro que alguien lo hará por mí.