¡¡¡"Esto es la guerra..."!!!

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados. GROUCHO MARX

jueves, 12 de febrero de 2009

ZP "CREYENTE"...

En sus habituales y destacados artículos en La Voz de Galicia, hoy X. L. Barreiro (ex politico gallego que marco huella en su corto plazo en esta actividad), da su versión sobre la credulidad zapateril para superar nuestro incertísimo futuro solo por intervenciones "celestiales" o exotéricas...
Aunque Zapatero se proclama agnóstico y radicalmente laico, es evidente que cree en la divina providencia, y que es al cielo, y no a los poderes públicos, a quien tiene encomendada la solución de la crisis. La manía que tiene el presidente de sustituir la gobernanza por la providencia se pone de manifiesto en sus intervenciones parlamentarias más solemnes, en las que suele separar los grandes temas del Gobierno de las variables de tiempo, forma y espacio que son inherentes a la realidad política.

Decir, por ejemplo, que la democracia va a derrotar a ETA, no es hablar de política, sino de la misericordia de Dios, ya que solo podemos considerar que existe un objetivo político cuando se nos dice en qué forma, con qué instrumentos, a qué costes y en qué plazo vamos a erradicar el terrorismo. Y lo mismo sucede con la crisis, que, dando por supuesto que no es el instrumento elegido por Dios para ponerle fin al universo, requiere más precisiones que las que Zapatero nos da sobre la forma y la eficiencia con la que la estamos atajando, los costes económicos y sociales que vamos a pagar, y el momento aproximado en el que debe empezar la remontada.

Y esto que digo no es teosofía, ni literatura romántica, sino el quid de la cuestión. Porque la enloquecida carrera iniciada por Zapatero para disimular la crisis, que le llevó a abandonar los problemas de fondo y a centrarse en los puros síntomas, solo puede deberse al convencimiento de que la providencia aprieta pero no ahoga, y que la única función del Gobierno en este trance es la de mantener intacto su atractivo electoral, disimular la crisis con dádivas e inversión puente, y convertir las políticas sociales en un imaginario de bienestar y justicia que nada tiene que ver con la riqueza del país.

Las políticas de empleo, hechas a contrapelo de la economía real, no son más que desajustes del sistema -de su productividad, su competitividad y sus bases estructurales- que ralentizan el desarrollo y transfieren costes al futuro. La idea de que el equilibrio presupuestario solo tiene sentido cuando nos sobra el dinero es un trágico engaño. Y la seguridad de que la crisis no existe si la tapamos con un decorado de bienestar suena casi a suicidio. Pero nada de eso le importa a Zapatero, que, convencido de que Dios no dejará caer del guindo a la católica España, solo se aplica a echarle azúcar al amargo cáliz que tenemos que beber, mientras espera que la recuperación se produzca por inducción de nuestro entorno o por el arte de birlibirloque. Y es que, cuando no se cree en la vida eterna, se acaba creyendo en la materialización histórica de la providencia, que es lo mismo que creer en los pajaritos de colores.

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